Reportaje de Morti en D8 Sorkuntza Faktoria, Zorroza (Bilbo) 20-12-2025
Hay un proceso natural de evocar recuerdos personales significativos mediante la estimulación cognitiva para integrarlos en el presente. Un ejercicio muy saludable en volver a experimentar sentimientos y emociones de momentos pasados a través de la música, el arte o conversaciones que lo estimulan. El cantante y compositor Morti ha vuelto a los escenarios con alma bifronte y pulso firme, embarcándose en una gira inusual para crear una conexión profunda y de bienestar mental con sus seguidores, repasando lo mejor de su carrera, haciendo especial hincapié en el primer disco de Skizoo, dado que se cumplen 20 años de su publicación, y abriendo una puerta a lo oculto y misterioso, a la ambigüedad y la complejidad de los sentimientos.
En su nueva visita por tierras vascas volvió a brillar con toda profundidad, sintiendo cada nota, disfrutando y haciendo disfrutar, expresando sin el más mínimo temor la fragilidad del ser humano e instando a transformar nuestros estados anímicos de apatía en otros más equilibrados, con el propósito de que podamos encontrar con más facilidad la verdadera esencia de la vida en esos momentos de decaimiento emocional.
La descarga comenzó con mucha vitalidad expresiva, manteniendo por delante de todo el sentimiento, una fogosa interpretación de “Soy”, una de las brillantes canciones de su primer proyecto musical “El Fantástico Hombre Bala”, llevada a cabo en un formato distinto al que nos ofreció en su anterior incursión musical, junto a Víctor Fraile, “Onírica Dual”, impregnada de una mayor fluidez rítmica y significado gracias a las grandiosas aportaciones de Mai Den (Frenétika) y Víctor González (Dragonfly) a las guitarras, Eduardo Meseguer al bajo y Jorge Alcázar a la batería (Dragonfly, Vendetta FM y The Great Southern), mostrándose en conjunto muy compenetrados en todo momento.
Continuó creando un efecto musical de contundencia discursiva e intensa emoción, bajo sus características señas de identidad, espiritualismo filosófico y órbita excéntrica, con un dominio magistral en cada tramo de la misma, cosechando una mayor reacción si interpretaba temas de Skizoo como “No Todo Está Perdido”, “Partir de Cero” y “Arriésgate”, no recargando más de lo necesario las canciones ni intentado adornarlas con falsas pretensiones explicativas.
La devoción era patente en el ambiente y el público no dudo en demostrárselo, arropándole con un entusiasmo vibrante en “El Tiempo No Existe”, una de las composiciones incluidas en su primer disco con InMune “Iluminame”, y en “Sueño Contigo”, una delicia musical de su proyecto musical Morti ExMundus, valorando su autenticidad en el lenguaje y su peculiar forma de entender la música, una manera de sentir única y personal junto a una valiente actitud ante la vida, el aceptamiento de tu propia singularidad.
No faltó su elocuencia verbal en ser fiel a uno mismo y resistir apelando a valores incuestionables, alegando que vivimos una situación realmente preocupante y empobrecedora tanto con las nuevas corrientes de músicas mainstream, de efecto ultra efímero, como el evidente peligro sobre el desarrollo de la inteligencia musical, poniendo como ejemplo la posibilidad de la perdida de puestos de trabajo en el ámbito musical, citando el del técnico de sonido. Restaurando la ilusión de tener algo de criterio, sin ningún miedo al riesgo en “Sirenas”, tema extraído de su segundo álbum en InMune, un manifiesto musical de hacer las cosas de una peculiar manera, marcándose así un espacio diferente dentro de la escena.
Tras otro brillante repaso para quienes valoran y consideran a Skizoo parte de su patrimonio emocional con “Sólo Estás Tu” y “Grita El Corazón”, le llegó el turno al vocalista de proclamarse como predicador del apocalipsis a través de un tango entre hombres “Desmejorado”, del proyecto musical efímero de experimentación artística junto a Enrique Bunbury, Carlos Ann y Shuarma, “Bushido”, acicalada bajo una sensibilidad exuberante.
Como una especie de celebración vital también se vivió “Habrá Que Olvidar”, cargada de puro sentimiento y una conexión total con el público, no decayéndose tal éxtasis en pura felicidad y euforia absoluta hasta la inevitable despedida decretada a cargo de la sublime interpretación de “Renuncia al Sol”, pasando por momentos plagados de una infinidad de contrastes sonoros y emociones intensas, naturaleza ecléctica en “Estatua de Sal”, una reflexión a liberarte de la comodidad de pensamiento, pasando a otra invitación a no perder el impulso propio en “Caes, Caes, Caes”, y unas deliciosas exquisiteces musicales para oídos que saben valorar y apreciar detalles y matices que van mucho más allá de lo común en cuanto al género, “933 Revoluciones y “Algún Día”, en esta última con la luz de los móviles en alto emulando el brillo de las luciérnagas. Tampoco quedó deslucida su llamada a brindar por la vida en “Iluminame”, recordando que todos perdemos algo de nosotros mismos con el fallecimiento de un músico, haciendo ilusión a las muertes de Roberto Iniesta (Extremoduro) y Jorge María Martínez (Ilegales).
Menos mal que sigue habiendo músicos como Morti que saben como mantener la esencia pura de la música frente a géneros musicales predominantes a nivel global que promueven la pérdida de los valores morales y personales, y una revolución digital que ha alterado las reglas de juego; conectando lo terrenal con lo espiritual, siendo fiel a uno mismo, sin seguir ciegamente las tendencias, creando música que refleja honestamente sus sentimientos y siempre en constante evolución, fomentando una conexión mutua. Hay que seguir reivindicando el arte de la autenticidad, la música es un lenguaje para conectar con la sensibilidad humana.